Poeta, ensayista, dramaturgo, novelista. Un talentoso orador que podía improvisar discursos de horas y la multitud le rogaba para que siguiera hablando. Evangélico, anarquista, místico. Entre los grandes talentos de la poesía chilena que fallecieron prematuramente, ninguno pareció tan evidente y enorme, ni fue tan desgarradoramente sentido como el suyo. Quizá porque, pese a todo, Gómez Rojas sí alcanzó a escribir ese puñado de poemas maestros, insondables y definitivos.

“Domingo Gómez Rojas, joven esperanza de la poesía chilena, enloqueció y murió torturado en un calabozo. La repercusión de este crimen, dentro de las circunstancias nacionales de un pequeño país, fue tan profunda y vasta como habría de ser el asesinato en Granada de Federico García Lorca.”

Pablo Neruda

“Aunque estaba a cinco metros de distancia del sitio que yo ocupaba lo sentí tan lejos, tan inaccesible, como si hablara desde una colina y yo me hallara en la llanura. Espiritualmente, era verdad.”

José Santos González Vera

JOSÉ DOMÍNGO GÓMEZ ROJAS (1896 -1920), nació en Santiago. A partir de 1912 se involucró con el cristianismo protestante, publicando sus primeros poemas en El Heraldo Cristiano. Al mismo tiempo, se iba acercando a las ideas anarquistas y desarrollando una poesía de protesta social. Unió ambas vetas en poemas de hondo y justiciero misticismo. Se convirtió en un personaje clave de la escena cultural, con enorme presencia tanto en los aspectos literarios como en los políticos y bohemios. En 1913 publicó el que sería su único libro en vida: Rebeldías líricas. En 1916 y 1917, sus nuevos poemas aparecieron en la revista Los Diez y en Selva Lírica. En 1920 muere prematuramente, luego de varios meses de detención arbitraria y maltrato. Sus poemas dispersos e inéditos fueron recogidos principalmente en Elegías (1940) y en José Domingo Gómez Rojas: vida y obra (1997).